UN ASPECTO DE LA REALIDAD QUE ME RODEA
Uno de mis pocos lectores, debéis ser nación , me escalda con esconderme tras de mis aficiones vacuas y no comprometerme con la realidad. Al lungalto le crecieron las conchas por palos de mala baba mal curados y tampoco pretende convertir esto en un pasquín y, tal vez, tenga que darle un poquito la razón al lector. Así que hoy voy a hablar de la realidad circundante al lungalto, de un trocito de ella: el miedo al dictador.
El lungalto, como cualquiera, está rodeado de pequeños dictadores. Estos a veces incluso son aceptados y aclamados por quienes los padecen mientras no toca la hora de sufrirlos directamente.
Intentaré explicarme algo mejor. Un dictador no siempre está manifestándose como tal, está ahí siempre pero manifiesta su poder muy pocas veces. La mayoría de veces “el reloj funciona solo” y mientras el reloj marca la hora nos olvidamos que detrás hay un dictador y si somos de los que vemos la hora mientras existe una mayoría que no la ve incluso aclamamos al dictador. Lo malo es cuando hay que dar cuerda al reloj, entonces el dictador manifiesta su poder y nos damos cuenta que existe. Las reacciones son variadas pero predomina el miedo a lo desconocido. ¿Desconocido? Si, por que la mayoría ha hecho un mito del dictador y ya no le ve como una persona sino como un ente por encima de la persona e incluso se refiere al dictador con reverencia.
El lungalto se preguntaba esta semana, sobre todo ayer que estuvo viviendo las reacciones de un grupo sobre un dictador (voy a obviar los calificativos sobre el poder real del dictador en cuestión para no caer en el pasquín), ¿esta gente se ha olvidado que el dictador es tan persona como ellos? ¿se han olvidado que tiene sus debilidades, sus miedos y que incluso se puede negociar con él? ¿a cuento de qué viene tanta reverencia? ¿tanto poder real tiene el dictador?
¿Como concluir? Pues estoy recordando al primer lungalto que conocí: mi abuelo que solía decir una frase cuando hablaba de estos dictadores; antes de sentarse con ellos; antes de salirles al paso con la fuerza de la razón:
“El que nunca fue cosa y después cosa lo hacen, cuando se pone a hacer cosas, ¡Dios mío que cosas hace!”
Para ilustrar un grabado de Goya de su serie inacabada: Caballo raptor o disparate desenfrenado, gracias a Almendrón
5 comments:
Pasa por mi blog.
Saludos.
Tu texto demuestra que nunca se es del todo libre. Siempre queda la lucha contrarreloj para convertir nuestros sueños en realidad...
Espero tu definición de lungalto, aunque me huelo por donde van los tiros ;)
Feliz domingo.
En realidad el único dictador reside en nosotros mismos.
En realidad ambos teneís razón, en parte :DDD
Yo no creo que la lucha sea contrareloj ¿para qué tanta prisa? disfrutemos del camino.
Y no sé si el único pero el mayor dictador que tenemos es nuestro propio miedo, pero miedo ¿ a qué?
Creo que el principal de los temores es aferrarnos a nosotros mismos, casi de forma irracional, tememos ser conocidos aunque no seamos conscientes de ello.
Por otra parte, independientemente de si se alcanza o no el sueño deseado, lo más gratificante es el camino recorrido, ir atravesando obstáculos. ¿No crees que en cierta forma nunca alcanzamos un sueño? Es decir, una vez alcanzada cierta meta quedamos en cierta forma decepcionado por lo logrado después de tanto esfuerzo, o bien nos planificamos una nueva meta.
Todo es bastante relativo y subjetivo desde el prisma que se mire.
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