La partida, la ¿lucha?
Expectantes, 32 piezas se sitúan frente a frente en un tablero de 64 casillas. Se dividen en dos bandos de 16, unas de color blanco y otras de color negro ¿simbolismo arcaico, actual o simple manera de distinguir unas piezas de otras?
La mayoría dice que se abre una multitud de variables para empezar la partida, millones de movimientos o miles tal vez; pero los que entienden del juego, los que saben de qué va la ¿lucha?, saben que si desestiman los movimientos que conducen a la derrota apenas les quedan una decena de movimientos útiles por donde empezar.
Esta comienza. Normalmente son uno o dos humildes peones de cada bando los que han avanzado en el tablero. ¿Qué valor tiene un peón en el juego? Aparentemente escaso por repetido y poco fiero: son 8 los peones con los que cuenta cada bando, su movilidad es escasa y su capacidad para matar casi nula; sin embargo cada caída de peón si que abre múltiples variables para el resto de piezas. Cada avance también. Con sus movimientos y desaparición es cuando en verdad el juego, la partida, la ¿lucha? empieza a adquirir miles de variables.
¿Qué piezas se suelen desarrollar después en el juego clásico? Normalmente se suelen desarrollar los caballos, caballería frente a la infantería de los peones, y los alfiles, en otro tiempo llamado obispos. Posteriormente se desarrollan las torres, la artillería o caballería pesada cuando la ¿lucha? se inventó en Oriente. Últimamente, el juego moderno desarrolla con prontitud la artillería; tal vez hayan estudiado las técnicas de guerra modernas y hayan aprendido que conviene “ablandar” pronto el campo enemigo. Al final del desarrollo suele salir la pieza con más poder: la reina. La más mortífera, la que mejor ataca… y la que de perderse sería más imposible cubrir su perdida y la defensa que también realiza de nuestro propio campo. El Rey se oculta, se defiende, se enroca normalmente. Su perdida significa la perdida de la ¿lucha?
Todas las piezas se interrelacionan entre sí con un único objetivo: capturar al rey contrario. Hacerle caer en una celada tal que, mueva a donde mueva, podamos capturarle. ¿Qué pieza es más importante? ¿El Rey o la pieza o piezas que capturan al Rey? ¿El Rey o el humilde peón que ayuda a dar ese jaque mate al Rey?
Ningún destino es mejor que otro, solamente que todo hombre, o pieza, debe acatar aquel que lleva dentro.