Saturday, August 05, 2006

El viejo hortelano

Un viejo hortelano cuidaba de dos pequeños nogales que había plantado, uno a cada lado del camino, fuera de su pequeño huerto. Por el camino venían tres comerciantes que se habían enriquecido con el comercio de las especies discutiendo si era conveniente o no declarar la guerra al vecino y pequeño país de al lado que atacaba sus caravanas cuando repararon en el viejo. Uno de ellos, muy socarrón, hizo señas a sus compañeros de que pararan y se dirigió al hortelano:

Dime buen anciano, ¿qué haces con esos nogales?

Los cuido, me gustan las nueces. Les contestó el anciano sin dejar su labor.

El comerciante, fatuo y arrogante, dirigió una mirada llena de picardía a sus acompañantes mientras hacía unas claras señas antes de dirigirse al anciano

Pero anciano, tú sabes lo que tardan en crecer los nogales y en dar frutos. Nunca verás siquiera florecer esos nogales. Y encima en el camino ni siquiera en tu huerto.

El anciano le sonrió afectuosamente y le señaló un viejo nogal que había algo más adelante, a la orilla del camino también.

¿Me podrías alcanzar una nuez por favor? A mi me cuesta tanto trabajo

Como no anciano

Y el comerciante de un salto alcanzó una rama y bajó un puñado de nueces que repartió entre sus acompañantes y el anciano. Este cogió una nuez y se la ofreció al comerciante parlanchín. Este la cogió algo sorprendido, el anciano empezó su “perorata”:

Si el que plantó este nogal y le cuidó mientras crecía hubiera estado tan ocupado como tú en preparar guerras ahora yo no podría disfrutar de estas nueces, ni mis hijos ni mis nietos y probablemente estaríamos pensando en asaltar caravanas de especias, como la tuya comerciante. Para poder comer nueces nada más, comerciante.

El comerciante se sobresaltó y por un momento parecía ponerse agresivo, pero el viejo continuó con su charla

Piensa en los que te rodean como personas y no como en obstáculos para tus fines y a la larga todos funcionaremos mejor. El caminante tendrá sombra, al que le gustan las nueces tendrá la posibilidad de comerlas y el comerciante incluso podrá pasar por el camino sin ser hostigado.